30 ene 2010

Los errores de imprenta

Los que por oficio o simplemente por afición han de poner su firma al pie de de unas cuartillas que luego han de ser trasladadas a letras de molde conocen bien lo que significan los errores de imprenta y el mal efecto que causan a los autores de los trabajos, que la inmensa mayoría de las veces no tienen arte ni parte en ellos, y a los lectores atentos que forman su juicio más o menos adversos para la capacidad gramatical de quienes escriben, aunque no lo hagan ostensible. Pero estos errores son muy difíciles de captar, porqué se deslizan cautelosamente por donde menos se piensa. No basta para evitarlos con disponer de unos correctores inteligentes que examinen con sumo cuidado las pruebas sometidas a su específica labor. Al más lince se le escapan. De ahí que sea raro el libro o el periódico que esté libre de tales deslices.
Los hay, claro está, sin importancia, como estos en los que el lector no repara, (porque lo natural y lógico de su lectura los hace inapreciables, y otros que el buen juicio del que lee los subsana al darse cuenta del error material sufrido, sin que merezca la pena ponerlos de manifiesto ante quienes pasaron inadvertidos, con una rectificación innecesaria cuando no contraproducente.
Sin embargo, a todo el que escribe le molesta la transposición de líneas, que hace perder la ilación de la lectura; que salga una be en vez de una uve, y al contrario; que salte una hache inoportuna, y cosas semejantes. El cambio de los pies de las ilustraciones se produce con relativa frecuencia, pudiendo dar origen a que debajo de la fotografía de una linda, simpática y atractiva mujer aparezca descrito un moderno cañón atómico, que se encuentra en la misma página pero con el pie de a la figura femenina. Y esto ocurre no sólo en las publicaciones modestas, que por la escasez y limitación de los medios con que cuentan son dignas de disculpa, sino también en las que tienen a su alcance todos los elementos culturales y tipográficos que son hoy imprescindibles para una meticulosa comprobación de la tirada.
Yo recuerdo, por ejemplo, —y el ejemplo es bastante reciente—, haber visto escrito en un diario madrileño de los de más vieja solera periodística, y en letras mayúsculas de considerable tamaño, refiriéndose a una obra teatral próxima a representarse, que iba a ser "entrenada", en lugar de "estrenada", que es lo que debía decir, como todo el mundo sabe.
Por regla general, y esto ya es más sensible, cuando una línea de linotipia queda separada involuntariamente del artículo a que corresponde, va siempre a parar a otro sitio de la publicación, donde más daño puede hacer por su falta de sentido, ya que al colocarse allí pone una mueca grotesca, irónica o trágica ante el texto en que va intercalada.
Una de esas "distracciones" de línea fue lo sucedido, según la Agencia Cifra, en un diario de Pamplona. Después de mencionarse en una esquela el nombre del difunto, se "coló" una línea de las que habitualmente se ponen en los avisos de los médicos. Por tal causa, tras la mención del muerto y del R.I.P., podía leerse: “Ausente hasta nuevo aviso."
La jugarreta de esa línea resultaría muy desagradable, tanto para los familiares del fallecido como, para los editores del periódico. Lo mismo pudo "fugarse" otra línea relativa a la sección taurómaca que dijera: "No fue necesaria la puntilla."
Por eso de los errores y erratas de imprenta, ¡líbranos, Señor!

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